• En el taller “Tlahmachyo”, las y los participantes plasman con aguja e hilo las representaciones pictóricas en cerámica de las culturas del occidente mexicano
  • El proyecto cuenta con apoyo del Centro INAH en el estado y de la Universidad de Colima

Las representaciones pictóricas de las culturas prehispánicas que habitaron el actual territorio de Colima trascienden el tiempo gracias a un proyecto impulsado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el que, con aguja e hilo, esta forma antigua de expresión es traspasada de la cerámica a la tela.

La iniciativa, desarrollada por el Museo Regional de Historia de Colima (MRHC), inició el 7 de diciembre de 2024 con la primera fase de un taller de rescate de la iconografía prehispánica, mediante técnicas tradicionales de bordado, bajo el nombre de “Tlahmachyo” (que en náhuatl significa “manta labrada” o “lienzo con labores”).

El director del recinto museístico, Fernando Rodríguez García, informó que el proyecto surgió con el fin de “tomar como inspiración esta iconografía para dar identidad a nuestra población”, ya que Colima solo tiene como referencia un traje típico de reminiscencia novohispana; de ahí, que los y las bordadoras de las comunidades retoman elementos de otras zonas fuera del estado.

“Buscamos rescatar y tener una paleta de inspiración en cuanto a iconografía, para que las personas de las comunidades no basen sus gráficos en la indumentaria de Michoacán o Chiapas, pues hay una riqueza pictográfica en las piezas del museo”, mencionó el arquitecto.

Bajo un enfoque colectivo e interdisciplinario, el taller se impartirá hasta el 1 de marzo de 2025, para luego, con apoyo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, dar paso a una exposición que muestre los bordados, su proceso de elaboración y las piezas arqueológicas cuya simbología fue rescatada.

“Vamos a dar un nuevo uso al gráfico que está en la cerámica, por medio de técnicas tradicionales de bordado. El término revitalización refiere a algo que tenía un uso y le das otro tipo de vida; entonces, estamos reavivando esta iconografía”, expresó.

Rodríguez García informó que, hasta el momento, han trabajado con cerca de 30 imágenes retomadas de vasijas, vasos, platos trípodes y esculturas antropomorfas de cerámica albergados en el MRHC, cuya antigüedad va de 1500 a.C. a 1500 d.C., correspondientes a las culturas de las fases Capacha, Ortices, Comala y Colima.

Estas civilizaciones desarrollaron diversas técnicas para elaborar sus objetos: entre ellas, el quemado, hornos de tierra, bajorrelieve y altorrelieve, de manera que dejaron un legado de alfarería importante para la zona del occidente mexicano.

El proyecto cuenta con el respaldo del director del Centro INAH Colima, Julio Ignacio Martínez de la Rosa, y con la asesoría de los arqueólogos Rafael Platas y Francisco Ávalos, en torno al tipo de vasijas y sus lugares de procedencia. También, la Universidad de Colima participa mediante la museógrafa Paloma Huerta y estudiantes de artes plásticas, quienes contribuyen a trasladar los diseños, a partir de fotografías, para dibujarlos en la tela y posteriormente bordarlos.

Asimismo, se invitó a personas bordadoras de tres comunidades de origen nahua: Zacualpan y Suchitlán (ambas, en el municipio de Comala) e Ixtlahuacán (en la demarcación del mismo nombre).

“Se seleccionaron varios colores de acuerdo a la localidad. En Zacualpan hay agua, ahí trabajan tonos azules; en Suchitlán, montañas, colores verdes; en Colima, matices tierra; en Ixtlahuacán, ocres. También, habrá una colorimetría de acuerdo a cada región, pero lo más importante es resaltar la iconografía extraída de la cerámica”, resaltó el titular del MRHC.

El taller, impartido por la maestra bordadora María de Lourdes Aguayo, arrancó con una técnica llamada “maravilla”, relativo a un trazo de bordado que, aunque sencillo, permite resaltar el delineado de la iconografía, el cual se ha prestado para el tipo de elementos que las y los participantes plasman con aguja e hilo.

La actividad cuenta con la participación de alrededor de 30 personas, de las cuales cerca de 20 provienen de dichas localidades. De ese grupo, 25 son mujeres y cinco hombres. Además, fomenta la inclusión al integrar a adultos mayores, infancias y personas sordas, lo que ha devenido también en un aprendizaje para el equipo del museo.